No podíamos venir a Bogotá sin ir al mercado de las pulgas del centro.
Después de comprar muchas maricaditas (bandas para el pelo para cabezas chiquitas, collares, aretes, ollas de barro) y de tomarnos una foto a la antigua en sepia (notese el plumero que lleva mi mamá en la cabeza) nos desplazamos a al palacio de Nariño a pata.
Aunque no fue fácil convencer a mi madre... pero finalmente lo logré :-)
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